martes, 10 de junio de 2008

GEOCULTURA

He estado consultado una de las últimas obras de Immanuel Wallerstein traducida al castellano-Geopolítica y Geocultura, Kairos, Barcelona, 2007-. Aunque se trata de unos ensayos redactados en 1991, arrojan bastante luz respecto a la conducta de los actuales gobernantes de izquierdas en Europa.
La mayor parte de los mismos proceden de la revolución de 1968. La "nueva izquierda" que se fraguó entonces se configuró esencialmente como antisistémica, contraria a la izquierda tradicional y, sobre todo, enfrentada a la sociedad capitalista.
Una de las premisas de dicha izquierda consiste en su previsión de que nos encontramos ante la fase final o terminal del capitalismo; de acuerdo a los análisis de Modelsky y la teoría de los ciclos económicos de Kondratief, el sistema mundial capitalista ha triunfado y en su éxito lleva la condena de su extinción. Asistiremos, pues, en breve, según ellos, al nacimiento de un nuevo sistema económico internacional que reestructurará todos los modelos sociales; sistema que han de esforzarse para que sea una sociedad mundial socialista. Por lo tanto, es preciso remover no sólo las estructuras e instituciones económicas, sino también las sociales: la familia, la educación, los roles personales ... Es lo que denominan la deconstrucción del sistema capitalista.
A su vez, esta nueva izquierda, no consiste en un bloque homogéneo; al contrario, se subdivide en diversas tendencias y, dada una de ellas, en varias corrientes. Como bloques, pueden identificarse, ad exemplum, el feminismo o los nacionalismos. De ahí que la izquierda aspire a englobar y a dar solución, mediante la reflexión, el debate y la acción, a todas las aspiraciones de los grupos antisistema. Será el advenimiento de la sociedad socialista el que dé respuesta a todas las inquietudes y necesidades. El problema estriba en que absolutamente nadie vislumbra en qué ha de consistir la nueva sociedad, cuáles sus principios, qué instituciones la compondrán, ni cuál ha de ser las relaciones entra ellas. No es de extrañar, pues ni los mismos movimientos feministas se ponen de acuerdo respecto al contenido del feminismo; ni los movimientos nacionalistas se han preocupado por articular cómo se integrarán los nuevos estados en una sociedad mundial interconectada en la que ya no existirá -no debe de existir- el estado burgués. Por tal motivo, el relativismo es la única solución para la acción conjunta de los grupos antisistémicos, mientras las nacientes y pujantes fuerzas sociales configuran un nuevo modelo social a escala mundial.
También se explica porqué la nueva izquierda es beligerante con el cristianismo y simpatizante del Islam. El cristianismo se considera como una superestructura ética propia del capitalismo; sin embargo la religión musulmana se identifica con un movimiento antisistema -recordemos la famosa revolución de Jomeini-. En cuanto corriente antisistémica es, por definición, anticapitalista, y la nueva izquierda tiende a encuadrarla en el bando propio. También la futura sociedad socialista, de la que nadie proporciona una pista sobre su estructura, debe dar respuesta a sus demandas.
En una palabra, la nueva izquierda quiere derribar lo que considera estructuras propias del capitalismo, para construir... ¿el qué?